Felicidades a todos los madridistas.
Bueno, a casi todos.
A todos menos a Cristiano por tener mal perder y peor ganar. Y menos a Pepe, por lo mismo y por ni siquiera jugar a veces.
Tampoco a Mou: por lo del dedo en el ojo, por lo del parking, ...por un montón de cosas. Ni tampoco a Karanka por reírle las gracias. Diría que tampoco a Florentino, pero ya pinta tan poco...
Tampoco a los gamberros de los Ultrasur y otros bichos similares a extinguir. Ni tampoco a la caverna mediática que dice que no es madridista, pero que lo es, al menos según sus pocas luces.
Ni tampoco a todos aquellos que también se dicen madridistas pero que, como los de la Central Lechera, escupen veneno, vomitan desprecio y ningunean al resto de aficionados.
Puede parecer que estoy eliminando a mucha gente de la lista. Si leen Marca se pueden llegar a creer que no dejo a ninguno.
Pero les voy a contar una cosa. Un secreto que conocemos todos, pero que no cuenta nadie.
Estos que he nombrado, son pocos, muy poquitos, pero hacen mucho ruido.
Y hay gente que tiene dinero, y a la que le gusta el ruido, que les pone focos encima y dicen que esta es la afición. Que representan a todos los demás. Que como estos son todos y que son lo mejor que hay.
Y ¿saben que? No es verdad. Siguen siendo unos pocos. Son algo así como el 1%.
El aficionado de a pie, ese que disfruta del deporte y de sus grandezas, no gusta de hacer ruido. No es notorio, no es mediático, no se le considera representativo.
Porque una sonrisa no es noticia, la palabra amable no es noticia. El respeto no es noticia.
Y a esos no se les oye, entre los altavoces que les ponen a los otros energúmenos para que canten el alirón una y otra vez entre exabruptos a vascos, catalanes, germanos, franceses o lo que pillen por delante.
Tampoco se oye al trabajador del Real Madrid, al utillero, al jugador del banquillo -y a veces no tanto- que no busca declaraciones polémicas, ni a los médicos, ni a los preparadores físicos... a todos esos que no son los dos, o tres, o cuatro, que abren la boca grande, grande.
A estos tampoco se les oye, a los que van a hacer lo que mejor saben, para que el equipo sea más grande y mejor, independientemente de los resultados.
Todos estos son el otro 99%. La mayoría silenciosa y ensordecida.
La que lo hace posible. La que hace que esta competición valga la pena.
Aun a despecho del 1% que la quiere desvirtuar, y que mañana se jactará de ser los artífices de la victoria y del trofeo que arrebataron al indigno enemigo que se inventaron para creerse mejores.
A ese otro 99%, a esos casi todos, les deseo mis más sinceras felicidades por el triunfo.
Vosotros sois los campeones.
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