viernes, 12 de noviembre de 2010

Mourinho, l'audace, toujours l'audace

Mourinho es el Alfa y el Omega, el principio y el fin. Artífice de la victoria y pararrayos contra la derrota.

En el Madrid de Florentino está en su salsa, como antes en el Chelsea de Roman Abramovich.

Clubs en los que partiendo de la base de una plantilla extraordinaria, en corto plazo y a golpe de talonario se moldea y conforma un instrumento que refleja una única voluntad: la de su victoria.

¿Cómo no va a decir que es él quien gana los títulos cuando se convierte en su cara visible y su interfaz para con el mundo exterior?

Si hay que hablar de los jugadores, habla Mou. Si hay que responder de los partidos, lo hace Mou. Si es necesario un sacrificio, sea de imagen, de prestigio, para conseguir una ventaja, salta Mou.

Es él quien reparte castigos y prebendas, quien escoge de quien se rodea y a quien se descarta. Sin discusiones ni debates.

Mou gusta de rodearse de jugadores como él, con su ambición, talento y, por qué no decirlo, arrogancia. Arrogancia, eso sí, que tiene normalmente más de audacia que de desprecio.

Gente como Cristiano Ronaldo, que aspira a ser -y para muchos lo es ya- el mejor jugador del mundo, y quizás un día de la Historia.

Gente como Pippo Inzaghi, a quien muchos consideraban ya hace años acabado y que decidió en contra de todo y todos, echarse a cuestas a su equipo entero y espolearlos hasta lo más alto.

Tras el último encuentro con el Madrid, Mourinho felicitó a Pippo como si fuera uno más de sus jugadores, uno de su gente.

Gente ambiciosa, con sed de ganar y dispuestos a todo, alrededor de las cuales el mundo gira.

Gente como él.


Le Real Madrid, c’est Mou.
Para bien o para mal.